Frecuencia e intensidad, dos grandes detonantes
Hablar de lesiones es un verdadero dolor de cabeza, no solo para un deportista, sino también para cualquier persona que deba cumplir con responsabilidades diarias. Lastimarse trae consigo dolor, reposo, pero también una posterior recuperación, es por eso que se pierde mucho tiempo al sufrir una dolencia. En esta línea, cuando se trata de una lesión en el tren superior como el codo de tenista, se presenta un gran universo de variables.
Si bien lo usual es creer que la lesión apodada “codo de tenista” es un problema que aparece solamente en tenistas, este es un error. Incluso, ni siquiera está anclada únicamente en los deportistas. Por eso, para cualquier persona resulta importante informarse acerca de cómo evitarla y cuáles son los métodos para tratarla en caso de que se produzca. No obstante, cabe destacar que la epicondilitis (como también se la conoce) suele afectar sobre todo a las personas que rondan entre los 30 y los 50 años.
Con el fin de poder profundizar sobre esta lesión, se puede afirmar que la misma está muy ligada a aquellas tareas que incluyen movimientos repetitivos. Por ello hay que abandonar la teoría de que solo afecta a deportistas (aunque son los protagonistas de los mayores casos). Trabajadores y trabajadoras que realizan actividades manuales de pintura, plomería, carpintería, y otros tantos ejemplos, tampoco están exentos de sufrir esta lesión.
Síntomas de esta patología
Con el fin de facilitar la comprensión respecto a cómo se manifiesta esta patología, es posible desarrollar qué es lo que se produce en el codo para que posteriormente aparezca dolor. En simples palabras, los movimientos repetitivos motivan a que los tendones encargados de unir los músculos del brazo y la parte externa del codo se inflamen. Sin duda alguna, el hecho de que estos movimientos realizados se efectúen con una mayor intensidad, hará que el tendón sea más susceptible a sufrir este problema. Lo mismo cuando se utilizan instrumentos pesados, como puede ser una pala, por ejemplo.
Ahora bien, al hablar de los síntomas de la epicondilitis, es posible destacar la pérdida de fuerza al agarre, así como también la rigidez articular. Seguido a esto, una de las particularidades en estos casos es que no se observa una inflamación superficial, por lo que dificulta la detección a simple vista. Sin embargo, el protagonista sí lo puede notar, debido al dolor agudo y punzante en el codo. Asimismo, es importante saber que la dolencia no necesariamente tiene que estar centrada de forma única en el codo, también puede extenderse por todo el antebrazo.
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Tratamientos y consejos para el codo de tenista
En el caso de seguir el tratamiento específico para esta lesión, si es que la situación así lo requiere, en unas semanas es posible llevar adelante la recuperación. Conocé cuáles son las formas aconsejables de tratar la epicondilitis.
Descanso, un punto fundamental
Así como ocurre con una gran cantidad de lesiones, el reposo es un aspecto que no puede ser pasado por alto. En esta línea, evitar realizar actividades y tareas que impliquen la acción de estos músculos y, por lo tanto cualquier movimiento que genere dolor, es el primer paso.
Utilizar una férula
Si el médico lo considera debido, también se suele recomendar la implementación de una férula que se centre precisamente en la parte trasera del antebrazo. Su función básica será disminuir los movimientos y lograr la reducción de los síntomas ante el descanso de los músculos y tendones.
Modificar el equipamiento
Frecuentemente ocurre que la epicondilitis se presenta por no poseer herramientas, instrumentos, o accesorios que se adapten correctamente al propio cuerpo. Es por eso que es preciso analizar si existe la posibilidad de cambiar el equipamiento que ha generado el dolor, y así optar por uno que se amolde correctamente.
Realizar fisioterapia
En última instancia, el fortalecimiento de los músculos del antebrazo es de gran importancia para una buena recuperación, así como también para evitar futuras lesiones. Por lo tanto, un fisioterapeuta puede realizar masajes e implementar técnicas que estimulen el músculo y aceleren la rehabilitación. Además, y haciendo alusión a una cuestión personal, la voluntad y la constancia para realizar ejercicios y estiramientos específicos tampoco pueden quedar atrás.
Cómo prevenir esta lesión
El hecho de que existan formas de prevención de esta lesión no quiere decir que resulte necesario andar por la vida preocupado o alerta de que la misma se produzca. Sin embargo, teniendo en cuenta cómo se pueden llegar a generar estas dolencias, es clave tener presente algunos aspectos básicos.
Entre ellos se puede indicar el fortalecimiento de la musculatura, tanto de las muñecas como de los brazos. Esto permite que la zona soporte mejor los movimientos y logre desarrollar una mayor resistencia cuando el trabajo o actividad debe perdurar en el tiempo. Ligado a esto, estirar y flexibilizar las articulaciones de forma previa y posterior al llevar adelante movimientos, también sirve de gran ayuda.
Cabe destacar siempre el valor de acudir a un profesional de la salud ante cualquier inquietud. Sucede en reiteradas oportunidades que, cuando el dolor se presenta de forma progresiva, el paciente pospone la visita a un médico. Es por eso que, ante la duda o molestia, hay que señalar que no está de más tomarse un tiempo para una turno y así asegurarse de que esté todo bien.