La movilidad de las personas avanza hacia lo eléctrico

Aunque las revistas, publicaciones y comentarios de hace décadas preveían un avance tecnológico completamente disruptivo para estos tiempos en cuanto a la movilidad del ser humano, particularmente respecto a los autos, motos y otros vehículos motorizados, lo cierto es que los cambios han sido significativos.

Claro que no al nivel de expectativa de aquellos años, en los que se hablaba de autos voladores, de vehículos que se transformaran según la superficie, entre otras cosas. Sin embargo, aunque los autos no vuelan ni se transforman en lanchas con facilidad, la electrificación de su mecánica representa un cambio de época, el fin de una era y una renovada conexión de las personas con la naturaleza, un compromiso por disminuir el impacto sobre el ambiente.

La punta de lanza

Para Alejandro Bustamante, CEO y fundador de S. Bustamante e Hijos S.R.L., una empresa dedicada a la distribución de vehículos eléctricos que nació a finales de los años 80 con la importación de carritos de golf carrozados, el gran paso hacia la electrificación en el plano urbano se dio con la profundización por parte de Tesla en 2010: “Fue una bomba en movilidad eléctrica, porque, además, se venía dando lugar al hidrógeno como combustible alternativo y Tesla frenó eso, instalando la comercialización de autos eléctricos como el futuro de la movilidad.

Un antes y un después, pero no solo para los autos, porque el comercio de motores eléctricos se expandió a una importante lista de vehículos, que hoy empiezan a cubrir la demanda de movilidad de las personas, incluso en las grandes ciudades. Es moneda corriente ya ver los monopatines pasar por avenidas, algo que también ocurre, de a poco, con motos que se desplazan bajo un comando netamente eléctrico.

La razón por la que muchos se vuelcan a estos innovadores medios de transporte es sencilla: menos gasto, menos contaminación, menos embotellamientos y, evidentemente, menor saturación en el transporte público. Este último punto es clave, sobre todo tras lo ocurrido con la pandemia, cuando muchos usuarios renunciaron a viajar apretados en un colectivo, subte o tren y se decidieron por un formato más individual, pero que no signifique sumar un auto más a las colapsadas calles de la urbe.

El monopatín gana terreno y velocidad

Lo que se comercializaba como un regalo de divertimento para los más pequeños terminó siendo una solución de movilidad esencial para los adultos. El monopatín se convirtió en uno de los sustitutos eléctricos más elegidos, por los motivos antes mencionados, pero con el agregado de que representa “moverse con estilo”.
Los monopatines eléctricos aprobados tienen un diseño homologado por la CEE, que los equipara con otros vehículos de pequeña cilindrada. Además del motor eléctrico, se equipan con un marco plegable de acero y aluminio, una suspensión delantera y otra trasera, que bancan las travesías de las ruedas de 4 pulgadas de diámetro. Es obligatorio que circulen con luces delanteras y traseras, algún espejo, tacómetros, entre otros requisitos.

Existen también los denominados “todoterreno”, que se diferencian de los normales por las ruedas, las cuales tienen más del doble de diámetro (10 pulgadas), y un diseño más deportivo. En cualquier caso, la velocidad máxima para un monopatín eléctrico que tiene movilidad urbana es de 50 km/h. Los más básicos oscilan entre 10 y 30 km/h.

Motos y lanchas eléctricas

El mercado de las motos eléctricas crece y en Argentina está definitivamente en auge. Ya son varias las marcas que han desembarcado con sus productos y aprovechan el hecho de que tienen una menor carga impositiva y de patente que una moto con motor a combustión. De hecho, en la Ciudad de Buenos Aires directamente están eximidas de tal cargo.

De igual manera, eso no implica que no se deban registrar y realizar todos los trámites pertinentes (cédula de identificación, licencia para conducir, seguro, casco, etc.) ya que, de lo contrario, no es posible circular en la vía pública. La marca más demandada es SunRa, que comercializa modelos como el Spy Racing, con dos tipos de batería (12,5 y 20 Amper), que entregan una autonomía de 30 y 60 km respectivamente; la Hawk, con potencia de 3000 W y 50 km de autonomía; o la pintoresca Vintage Vespa, de igual capacidad energética pero con una utilidad de hasta 75 km.

¿Qué pasa en la náutica?

Si pasamos al sector náutico, todavía no hay un mercado tan abierto para los motores eléctricos, pero sí está planteado el escenario como para que las modificaciones en la forma de impulsar las lanchas y embarcaciones comiencen a darse con más frecuencia. Es que los motores convencionales representan una tecnología muy antigua e insegura, generando además mucha más contaminación que un automóvil; de hecho, se dice que una embarcación equivale a aproximadamente 130 autos. Y no es solo lo ambiental, también estimulan la contaminación sonora.

Sostenibilidad, eficiencia, seguridad y rentabilidad, todo eso puede mejorarse con motores eléctricos aplicados a lanchas y embarcaciones de mayor tamaño. Basta con tomar el ejemplo de países como Noruega, que con el Yara Birkeland, un buque eléctrico y autónomo con capacidad para 120 contenedores de más de 80 metros de longitud, ha ahorrado en todos los aspectos mencionados.

En Argentina, una iniciativa de Ecolanchas sigue buscando dar el salto para dejar atrás las lanchas colectivo tradicionales. Construidas con materiales y conceptos modernos, pueden producir ahorros notables y generar un impacto más que positivo en el cuidado de una zona tan valiosa como la del Delta.

El caso de Sero Electric

En el momento en que tesla daba un golpe sobre la mesa y comenzaba a revolucionar la industria automotriz, enfocando un rumbo diferente en cuanto a su mecanización e impulso, buscando dejar de lado los sistemas térmicos y de combustión, Pablo Naya también estaba en su propia búsqueda.

El director de Sero Electric, compañía pionera en la fabricación nacional de vehículos eléctricos de estilo L6, es decir, con permiso para circular por las calles de la ciudad como cualquier otro auto, siempre y cuando se encuentre homologado y registrado, realizó un viaje a Francia en esos años y estuvo precisamente en el salón de París, donde presentaron autos de estas características que le provocaron inquietud, una sensación de novedad absoluta.

“Siempre me apasionó esto; tuve la oportunidad de ver el lanzamiento de este tipo de vehículos eléctricos en el salón de París y me decidí a estudiarlos, traer algunos y comenzar a fabricarlos”, relata sobre los inicios de la compañía que ya es una realidad y cuenta con una fábrica de más de 2000 metros cuadrados, capaz de operar a un ritmo de casi 50 autos mensuales, en el parque industrial PITAM, en la provincia de Buenos Aires.

“Cuando comenzamos a fabricarlos y comercializarlos acá en Argentina, nadie lo hacía y tampoco había mucha información sobre los autos eléctricos. Ahora el panorama es diferente y, sin dudas, el camino es hacia una mayor utilización de vehículos eléctricos por sobre los térmicos”, comenta el propio Pablo.

De todas formas, es consciente de que llevará un tiempo, por lo que hoy uno de los focos del negocio pasa por la industria e-commerce: “La logística de última milla, donde las empresas logran reducir costos de forma considerable. Hablamos de un mantenimiento 10 veces menor, además de que el gasto de energía es bajísimo”.

Futuro eléctrico y ¿autónomo?

La tendencia de movilidad eléctrica se confirma cada día un poco más y mucho tiene que ver lo que sucede a nivel mundial con las grandes automotrices. Audi, Mercedes-Benz, BMW, entre otras, han dado a conocer comunicados con compromisos de cesar la fabricación de productos con motorización térmica y volcarse a la electricidad en un 100% a partir de 2025 o 2030, según cada caso.

Con sus años de experiencia en la materia, el CEO de Bustamante S.R.L. manifiesta: “Yo creo que vamos hacia un manejo autónomo; los autos funcionarán además como choferes y más adelante incluso serán terminales compartidas”, y cierra con un argumento generacional que le resulta definitorio para este cambio de paradigma: “Los chicos se preocupan cada vez menos por el auto y por manejar”.