Historia y arquitectura: edificios emblemáticos de Buenos Aires

En lo cotidiano, muchas veces hay obras que no se aprecian como lo que son. Sucede con edificios y construcciones que representan mucho más que departamentos, oficinas o cual sea su proposito diario, que por la voragine de ese día a día, se pierde de vista su historia, sus características y detalles que lo vuelven digno de admiración. 

Sin embargo, al tenerlos al alcance, cualquier momento es bueno para poner pausa y tomarse ese tiempo para admirar, conocer y recorrer palacios, casas y mansiones que son parte de la historia de la ciudad. Además, muchas de ellas esconden mitos, leyendas que resultan interesantes y acompañan a crear una mistica alrededor de la semejante obra arquitectónica que son. 

Leé todo sobre el Palacio Sans Souci en esta nota original de Revista Lagunas: Sans Souci: el Palacio que viaja a la Belle Epoque. (nota de tapa edición impresa N° 6)

5 edificios con ricas historias para conocer y contar

A continuación una lista de cinco edificios de Buenos Aires que no solo se destacan por lo que se ve, sino por lo que cuentan y lo que han vivido. Distintas zonas, diferentes personalidades y muchos detalles de lujo, así como curiosidades. 

Edificio Kavanagh (Florida 1065 - Retiro)

Inaugurado en 1936, durante sus primeros años mantuvo un hito importante que lo distinguía del resto, y es que se trataba del edificio, catalogado como "rascacielos", más alto de Sudamérica. De todas formas, no era lo único que lo destacaba y ponía en boca de todos, ya que también se trató del primer edificio hecho para viviendas de la ciudad que agregó entre sus servicios el aire acondicionado centralizado.

Con el paso del tiempo, sus logros se vieron superados, como la lógica moderna indica, sin embargo el Kavanagh trascendió y se convirtió en un símbolo arquitectónico de Buenos Aires. De hecho, en 1999, fue declarado Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Mundial de la Modernidad por la Unesco.

El Kavanagh es representante de la arquitectura moderna, hecho en hormigón, con detalles que van hacia el art deco y con un formato muy particular, porque tiene una estructura escalonada. Esa forma, permitió que pudieran hacerse terrazas jardín. Además, incluyó desde su creación: una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica y sistema telefónico central, sin cocheras ni portero eléctrico, para un total de 105 departamentos.

La leyenda de Corina Kavanagh

El edificio debe su nombre a Corina Kavanagh, quien lo financió en gran parte y fue la impulsora del proyecto. Pero el dato que envuelve a esta figura y el imponente rascacielos en un mito es que Corina estaba en pareja con uno de los hijos de la familia Anchorena, apellido histórico y que formaba parte de la aristrocacia. Tan así, que habría sido la propia familia Anchorena quienes forzaron la ruptura de la pareja, por no ser Kavanagh  descendiente de familias patricias.

Según se dice entonces, el edificio que se erige por 120 metros de alto, se construyó en una especie de revancha, para tapar la vista que tenían los Anchorena desde su casa en aquel entonces (hoy Palacio San Martín). Sobre todo para taparles la visión hacia la Basílica del Santísimo Sacramento, edificada en su momento para ser el futuro sepulcro de la aristocrática familia

El castillo de la Boca (Benito Pérez Galdós, Wenceslao Villafañe y Avenida Almirante Brown)

En la intersección de tres calles del barrio de La Boca, se emplaza un castillo que es famoso por ser una gema artiquectónica, pero en especial por todos los relatos que se han generado a partir de su construcción y sus inquilinos. Si llegás a la zona, no hay forma de perderlo de vista, es una atracción prácticamente instantánea.

La historia comienza en la década de 1910, cuando María Luisa Auvert Aurnaud, una estanciera de gran poder económico, mandó a construir un edificio de departamentos de estilo catalán. Guillermo Álvarez, oriundo de esa región de Europa, fue el encargado de llevar a cabo la construcción con un nivel de detalle espectacular y una torre con almenas que corona la obra.

Tanto le gustó a María Luisa como quedó su encargo, que en lugar de poner sus espacios en alquiler, decidió mantenerlo como vivienda personal y se mudó allí con un séquito de empleados. Adornó el lugar a gusto y placer, con muebles españoles y plantas exóticas en los balcones, algunas con hongos alucinógenos brotando. Sin embargo, de un momento a otro, al cabo de un año, la poderosa mujer hizo sus valijas y se volvió al campo (Rauch), diviendo el castillo ahora si en departamentos que fueron puestos en alquiler. 

Nace el mito de la "torre fantasma"

El edificio tiene tres pisos y en el más alto está la torre, allí es donde se originó toda la situación que ha viajado en el tiempo hasta convertirse en una leyenda urbana de Buenos Aires. La protagonista de la historia es Clementina, pintora que comenzaba a tomar notoriedad con sus obras y por ello recibió en su departamento a una periodista, quien tomó fotos de sus trabajos.

Días después, acorde a los comentarios que se recogieron en aquella época, los vecinos cuentan que comenzaron a escuchar ruidos extraños, golpes que provenían de la torre donde residía Clementina y hasta gritos de terror. Finalmente, al poco tiempo, la joven artista se arrojó al vacío y perdió la vida. Reinaba el asombro, hasta que la periodista que la visitó reveló las fotos de aquella jornada y encontró en ellas figuras de duendes que rodeaban las pinturas.  

Acomplejada por la revelación, se entrevistó con María Luisa, la dueña, quien le confirmó la existencia de los duendes llamados "follets", característicos de los hongos que salían en las plantaciones de los balcones. Se dice que son duendes que pueden adquirir mal carácter en determinados momentos y se vuelven peligrosos. También se dice, que hasta el día de hoy, siguen desapareciendo cosas en la "torre fantasma" del castillo de La Boca. 

Mansión Díaz Vélez ( Av. Montes de Oca 140 - Barracas)

El dueño era Eustaquio Díaz Vélez, de allí su nombre, un terrateniente de los más importantes de la época, que sobre el final del siglo XIX se estableció en la casa de tres plantas, de estilo francés, con un cúpula al frente y balcones en hierro. Su pasión eran los animáles exóticos, pero en particular los leones, era tal su fanatismo que adquirió tres en caracter de mascotas, traídos directo desde África. 

A lo largo de los años hay detalles de la trágica historia que se fueron modificando, pero lo que dice la leyenda es que en el día de la boda de su hija, durante los festejos, uno de los tres leones logró escapar de la jaula que lo contenía, atacando al novio y provocándole la muerte. Pero los sucesos negativos siguieron, ya que la viuda se quitó la vida al poco tiempo. 

Con cargo de consciencia y en evidente depresión, Díaz Vélez vendió los leones, pero mandó a construir estatuas de estos mismos animales, que hasta la fecha son parte de la decoración de la mansión. Incluso, una de las estatuas representa a un león atacando un hombre. Además, hay quienes dicen que los espíritus de los difuntos novios siguen rondando la casa también, penando por sus inesperados desenlaces.