Estilo High Tech: arquitectura, arte y modernidad
Cuando se menciona al estilo high tech en arquitectura, se está haciendo referencia a un movimiento que nace en la década de 1970 y que basó su línea en la incorporación de elementos industriales, pero a su vez tecnológicos, en la concepción e idea de cualquier tipo de obra, sean edificios, casas, oficinas, espacios culturales o mismo fábricas.
El surgimiento de esta corriente, que recibió su denominación precisamente por esa inclusión de elementos que visualmente representan al futuro o al menos al avance e influencia de la tecnología sobre la sociedad, precisamente de tecnología de alta calidad, fue algo así como una continuación de lo que se conoce como arquitectura moderna. Persigue un objetivo final que es el de poder plasmar en todos sus diseños y creaciones una apariencia industrial. Para ello, utiliza sus recursos principales en todo momento y sobre cada pared, muro o techo.
Historia del nacimiento de un estilo que pisa fuerte
El nombre fue estipulado por una publicación de críticos de diseño, entre los que se destacaban Joan Kron y Suzanne Slesin. “High Tech: The Industrial Style and Source Book for The Home”, se llamó el libro que vio la luz allá por noviembre del año 1978, solventado por la editorial Clarkson N. Potter, oriunda de la ciudad Nueva York, en Estados Unidos.
Fue ese libro el que marcó el camino, con una gran cantidad de ilustraciones y fotografías que demostraron como los diseñadores, arquitectos y otras personas particulares se hicieron con objetos industriales clásicos, lease: bibliotecas, vasos, jarras, elementos metálicos de diferente forma, utensilios de cocina industrial, aparatos de iluminación para fábrica, alfombras de tipo industrial también y muchos otros. Con ellos, plantearon soluciones de caracter doméstico y más tarde, se trasladaron a fachadas y obras arquitectónicas completas.
Metas de alto impacto
Como su nombre también lo deja a entrever, el estilo high tech apunta alto, a dejar una huella y que cada obra que se realice bajo sus estándares, se destaque de forma tal que pueda fácilmente asociarse con ellos. Es una tendencia que busca dejar atrás a la arquitectura moderna, como si se tratara de una evolución y va en franco ascenso, posicionando en un lugar central a elementos de construcción como las escaleras, los ascensores, sistemas de iluminación y mucho material de acero y vidrio al mismo tiempo.
Superación
En cierto modo, darle lugar a la tecnología de punta en la construcción de principalmente edificios, pero también casas u otro tipo de espacios, fue la manera de salir de un urbanismo coptado por edificios repetidos y que cayeron en la monotonía y la estandarización de diseños. Durante mucho tiempo se priorizaron acabados económicos y poco creativos, que resultaron en productos finales de baja calidad, de fácil degradación estética.
La arquitectura High Tech entonces persigue el propósito de sobresalir y diferenciarse de lo que se toma como su predecesor, llevando al máximo ese exponente de modernidad. Su fundamento principal se basa en que tanto la estructura como los detalles en el proceso de construcción son de materiales tecnológicos, generando la integración de los ya mencionados vidrio y acero inoxidable, entre otros. Además, este estilo empuja a una búsqueda sostenida, así como a una mayor investigación acerca de nuevos materiales posibles, tales como el policarbonato o el aluminio, intentando descubrir su mejor uso e incentivando así el desarrollo tecnológico.
Estilo High Tech en Argentina
La diseminación de este estilo creado a fines de los 70' llegó a Sudamérica y Argentina, como punto central de la región, es sin dudas uno de los países con mayor influencia. En particular por la obra de Norman Foster, un arquitecto inglés que adhirió al High-Tech en los mismos comienzos de la corriente, utilizándolo como una marca registrada prácticamente. Hoy el estudio que lleva su nombre se encuentra en más de 20 países.
El Aleph
Fue el primero de Foster en Argentina, por lo que además de lo que expresa su puesta en escena, también cuenta desde la historia. Se encuentra ubicado en la calle Petrona Eyle, entre avenida Juana Manso y calle Olga Cossettini, en el barrio de Puerto Madero, una zona que ahora forma parte de lo que se conoce como el Distrito Cultural Faena. El su letrero se escribe el“Aleph Residences”, que da a entender la finalidad del lugar en los nueve pisos de extensión que tiene el edificio.
Probablemente no sea el edificio más llamativo, menos cuando se emplaza en un sitio como Puerto Madero, donde torres de enorme altura se erigen alrededor. Sin embargo, el minimalismo de esta obra en particular es intrigante y, cuando se abren las puertas, se puede dar cuenta de que el mayor encanto está en el interior. Fue inaugurado en el 2012 y desde un primer momento su estilo apuntó hacia el high tech, con balcones distribuidos en todos los departamentos que dan a la calle, recubiertos por pantallas de un color más oscuro, siendo algo así como unas rejas modernas y que son un complento clave en la estética buscada.
De esta forma los tres elementos industriales más importantes están reflejados en El Aleph, en Buenos Aires. Los balcones son de aspecto vidriado (acrílico transparente) y por detrás puertas ventana de doble y hasta triple hoja también aportan su cuota de vidrio, mientras que todas las terminaciones están hechas en concreto a la vista, con acabados de gran nivel. Finalmente, esas pantallas ya mencionadas introducen el acero, aunque en este caso sea aluminio bronceado. Techos abovedados, salas de estar de doble altura, materiales brillantes y cálidos en todo el interior, colores orgánicos, suelo de piedra caliza, entre otras características, terminan haciendo del interior de este edificio un lugar atrapante.
Edificio de la Jefatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA)
El ejemplo anterior hacía referencia a un edificio dedicado pura y exclusivamente a viviendas, pero ahora hablamos de una construcción estatal, pública y en definitica un edificio emblemático por lo que representa y las funciones que cumple. La sede de gobierno que se estableció en Parque Patricios, exactamente frente al parque propiamente dicho, es otra referencia al high tech, nuevamente de la mano de Foster.
El frente todo vidriado, sin paredes entre medio, marca la pauta de dónde y porque se hizo cómo se hizo. Además, las paredes de vidrio van más allá de una decisión obligada para mantener el estilo, sino que agregan un plus como es el de llevar luz natural a todos los sectores que trabajan allí. En 2015 se cortó el listón de inauguración para este centro cívico que presenta un techo ondulado de hormigón a la vista y tiene una capacidad de hasta 1500 personas.
Un punto clave es también que la Casa de la Ciudad se ha naturalizado y mucho se debe a la armonía con la que se pensó la obra, dándole lugar a conectar de forma natural precisamente, con ese parque tan grande que se aprecia en casi cualquier sector interno gracias a esas paredes de vidrio tan protagonistas.