Tratamientos reductores y saludables: cuidar el cuerpo con consciencia
El verano está cada vez más cerca en el horizonte, pero no es necesario tampoco esperar a que lo esté para ponerse a tono. El cuerpo necesita durante todo el año de movimiento, cuidados y atención, aunque es una realidad que, si se piensa en épocas más calurosas, hay una mayor predisposición o necesidad de verse bien.
En esa búsqueda de bienestar corporal y estético, es que aparecen las opciones de dos tratamientos que son los más recomendados para lograr un buen resultado y disfrutar del verano sin tapujos. La reducción a través del lipoláser y el método HIFU son los indicados y los que pondera Alejandra Cardoso, la fundadora de CIP, el centro integral de estética que se destaca desde hace más de 15 años en Buenos Aires, con consultorios en Ciudad Jardín y Puertos, Escobar, en el edificio con vista al lago principal.
“Reducir el panículo adiposo localizado, ese que no puede eliminarse solo con alimentación o ejercicio, a eso apuntan los tratamientos reductores”, comenta la experimentada dueña de los consultorios. “Hay veces que no se puede bajar en una zona localizada, donde uno pretende, y ahí aparece la estética para focalizar, dándole a la persona la posibilidad de reducir exactamente donde quiere notarlo”, completa sobre esa función general.
Dos caminos hacia el cambio: Lipoláser y HIFU
Como se adelantaba, las opciones más requeridas y recomendadas pasan por el tratamiento de lipoláser o el HIFU, que comparten el propósito, pero se diferencian plenamente en su proceder. Descubrí las características de cada método para poder decidir cuál es el más indicado para aplicar y disfrutar de sus beneficios.
Lipoláser o HIFU ¿Hay uno mejor o solo son diferentes?
El primero, que se oye más familiar, es a su vez el de mayor extensión en el tiempo: “El HIFU se destaca por tener un equipo más poderoso y que su aplicación se da solo una vez al año. Mientras que con la lipo tradicional (láser) uno pasa por reducción y luego por criolipólisis para reafirmar el tejido que queda blando; el HIFU resuelve las dos cosas juntas, reduciendo y luego tensando (lifting) a través de los transductores que se pasan”, explica Alejandra.
Profundizando en esa alternativa más potente, llamada así por sus siglas en inglés (High-Intensity Focused Ultrasound, que traducido sería: ultrasonido focalizado de alta intensidad), la propia Alejandra dice: “Tiene una profundidad que otros equipos no logran, por ejemplo, tonificando desde la masa muscular, importante para quienes no hacen actividad física regularmente". Además, menciona: "si hay tejido graso con bastante volumen, el HIFU logra mayor potencia y llegada, con calor extremo”, y afirma luego: “adelanta hasta unas 15 sesiones de cualquier otro tratamiento”.
Cuando uno planea entonces someterse al HIFU, es bueno ir pensando liberarse una tarde de compromisos: “El HIFU lleva algo así como 2 horas y media, son varios cartuchos, llamados transductores, que se van colocando según la profundidad, de más a menos, y luego se finaliza con drenaje”, cuenta la directora de CIP, que ofrece el tratamiento en sus dos sedes, y agrega respecto de ese paso posterior de drenaje: “Es algo importante de cumplir, ya sea con las botas o con vacumterapia, que es un tipo de masaje con calor y rodillos”.
Aplicación y resultados
Un buen punto a destacar sobre los tratamientos reductores es que son posibles de focalizar en un área o zona en particular, quedando ello a criterio de cada uno. “Puede aplicarse en cualquier zona del cuerpo”, confirma Alejandra, y apunta un dato que surge de sus años de experiencia: “El abdomen y pantalón de montar (caderas) es lo que más se busca”.
Sobre ese último dato aportado, argumenta razones y vínculos con el contexto: “Pospandemia crecieron las consultas para hacer algo con esas zonas. El home office, estar tanto tiempo sentados, sin actividad física ni buena alimentación e hidratación, muchas veces sin ir al baño en mucho tiempo, trae problemas de retención, el cuerpo va perdiendo su forma y se genera mucha adiposidad”.
En cuanto a los resultados que tanto la lipoláser como el HIFU pueden brindar, es importante no desesperar y entender que no se trata de máquinas mágicas, sino que necesitan de tiempo y complementariedad de acciones para llegar a la meta. “El resultado final se ve a los 3 meses. Si bien hay un cambio visible apenas se aplica, en el HIFU sobre todo, las células que producen el colágeno comienzan a liberarlo nuevamente a partir de ese tiempo transcurrido”, detalla la experta.
Durante y posterior a esos 3 meses, es clave también mantener una alimentación saludable, al igual que una correcta hidratación, ejercicio físico y aplicación de otros productos estéticos, como pueden ser cremas termointeligentes o reafirmantes.
Verse bien y estar bien con uno mismo
Lo estético debe desarrollarse de la mano de un convencimiento netamente personal, la idea siempre tiene que ser hacerlo para verse bien y estar bien con uno mismo. Así lo entiende Alejandra, quien le da un valor central a eso: “Trato de hablar mucho en lo referido a la psicología y mente de cada persona que viene. Llegan con esas ganas de querer cambiar porque no se gustan frente al espejo y creo que puede ser importante levantar la autoestima desde ese lado”.
En la misma línea, enuncia y concluye: “De mi parte, elijo hacer tratamientos basados en el objetivo personal de cada persona que viene y creo en un formato más bien corto, no más de 5 sesiones. Pienso que variar modalidad y tratamientos es fundamental, porque el cuerpo va cambiando con las sesiones y va necesitando otra cosa”.