Una experiencia diferente a todo lo conocido: el Lodge isla Sistina es el único espacio ínsular de Buenos Aires
Se tiende a pensar en Buenos Aires como una provincia en donde el turismo pasa solo por la costa atlántica y la ciudad exponente de Mar del Plata, sin embargo el territorio bonaerense tiene muchas otras opciones para distender, salirse de la rutina y disfrutar de un tiempo ocioso de calidad, con actividades de todo tipo. En la Provincia hay sierras, lagos y rios para escapadas de pesca, pueblos históricos con propuestas de tradición, multiples lugares para días de campo, sitios donde acercarse a las estrellas con el astroturismo, opciones de turismo rural y hasta una isla con un pasado lleno de mitos y que se ha transformado en un tesoro algo escondido o todavía desconocido. Hablamos del Lodge isla Sistina, que puedes conocer en lo que sigue del artículo.
La importancia de descubrir variantes a corta distancia de la ciudad o los centros urbanos más desarrollados, está en la posibilidad de diversificar las experiencias de cada viaje y no quedarse solamente en una opción repetida, aunque claro, todo va en los gustos de cada persona, grupo o familia. En este caso, con el Lodge isla Sistina, se accede a un escenario impensado prácticamente para una escapada dentro de Buenos Aires. Su ubicación exacta es en la Laguna Del Monte, cercana a la ciudad de Guaminí, en la Provincia de Buenos Aires.
Significado de un Lodge e historia de la isla Sistina
La mejor manera de empezar a descubrir que es lo que este lugar tan característico tiene para ofrecer, es entendiendo a que refiere su nombre. Los lodges o un lodge, hacen referencia a alojamientos que se ubican en destinos de poca concurrencia o al menos que no son masivos en cuanto a la cantidad de gente allí presente. Están apartados de las grandes ciudades y urbanizaciones, siendo extensiones de tierra con poca intervención en cuanto a construcciones modernas, rodeadas e inmersas en un entorno totalmente natural. Suelen estar construidos con madera u otros materiales catalogados como "amigos del medio ambiente". Pueden expresarse como hospedajes o hoteles pequeños, que generalmente apuntan a una oferta puntualizada en servicio personalizado y mucha privacidad.
En otras palabras, son conceptos ideales para quien esté buscando una desconexión completa de la rutina y relajarse en un ambiente de mucha paz, de mucho contacto con la naturaleza y de menor interacción social. Ese es el principal atractivo precisamente de la isla Sistina, aunque este sitio de la Provincia de Buenos Aires tiene otras condiciones propias que destacaremos más adelante.
Lo que se sabe y se dice de la isla
Una historia de misterio, sobre todo por la poca información que se ha dado o q se encuentra sobre el lugar. De hecho, su explotación turística cumple apenas una década, ya que antes de eso, poca gente podía conocerla y acceder. Por supuesto, como toda isla, en este caso separada del continente bonaerense por 3.200 metros de agua, sus accesos solo son mediante embarcaciones o por el aire (cuenta con una pista de aterrizaje). Dependiendo de la cota (altura sobre nivel) de la laguna, la isla aumenta o disminuye su tamaño. En su suelo se han encontrado fósiles de animales prehistóricos y restos humanos, posiblemente de tehuelches. Las investigaciones estiman que ha habido presencia humana de 3000 años de antigüedad y acorde a lo que expresan quienes la han estudiado, su antigüedad total es de dos millones de años.
Su ocupación ha tenido, según se dice, diferentes habitantes. Hasta el siglo XVIII, se piensa que pudo estar ocupada por jesuitas, que fueron expulsados de allí por el rey Carlos III. Ya en tiempos post independencia argentina, fue descubierta por las tropas encargadas de librar las batallas de la campaña al desierto y de hecho es de los escritos y bitácoras de ese tiempo que se han podido llegar a las pocas conclusiones en torno a la isla. Los pueblos originarios le daban un valor muy importante al lguar y en especial a un arbol, en el cual colgaban huesos que eran utilizados por el chaman para rituales sanadores, entre otras cosas. Sin embargo, los militares llegaron a talar el mencionado arbol, ante supuestas maldiciones o "gualichos", como les decían los indios.
Una vez que pasó la campaña al desierto y la Provincia de Buenos Aires se amplió, quedando la isla dentro de este territorio, ahora parte de la nación Argentina, hubo diferentes dueños y ocupantes de los que no se conoce demasiado. No fue hasta 1981, que el terreno insular dio un vuelco y se marcó un momento bisagra para su historia, porque fue adquirida por una condesa húngara llamada Ena Wenckheim, de personalidad excéntrica y claro, millonaria. Allí fue que su nombre cambió y se rebautizó como isla Sistina, debido a la región romana de donde era originaría la nueva dueña. Antes de eso, se la conocía como la isla Grande la laguna del Monte.
El perfil de la condesa atrajo mucha atención y más enigmas, porque poco se sabía de la mujer. Luego se conoció que había estado casada con un millonario norteamericano, llamado Edward Schirmer-Swinburn y tras enviudar, con la fortuna que le quedó comenzó a recorrer el mundo, comprando propiedades. Principalmente en Argentina, ya que se enamoró del país y cuentan que vio a la isla cuando sobrevolaba camino a una estancia propia en Trenque Lauquen. Construyó una mansión de 1458 metros cuadrados de superficie cubierta, con estilo colonial, 12 habitaciones, sin escatimar en ningún tipo de gasto, equipándola de la mejor manera, con los mejores materiales. Le colocó unos ventanales al frente y a los laterales que ofrecen una visión panorámica de toda la isla, aunque esta se mantenía cerrada al público en general y solo iban quienes eran invitados por la condesa.