El Té siempre está

A la mañana, después de una comida, a la tarde, antes de dormir, nunca parece ser un mal momento para tomar té. En Argentina, en India, en China o en Inglaterra, el té no encuentra fronteras y no parece resentirse con las diferencias culturales, siendo el segundo producto de mayor consumo a escala global, solo por detrás del agua. Pero ¿de dónde viene, qué es lo que hace del té una infusión histórica y masiva?

Quien se pone al frente de la explicación es Inés Berton: dueña de una capacidad privilegiada como lo es el olfato absoluto, supo aprovechar su don para convertirse en una emprendedora reconocida y que trasciende a nivel mundial con sus blends y su marca Tealosophy.

Me cuesta ver el té como producto, porque lo aprendí de la mano de una mentora japonesa, quien me enseñó a verlo como lenguaje, un latir, un sentido, expresa Inés, y completa: “Hice té para el Dalai Lama y me dio la definición más fiel: el té es el arte de ritualizar la hospitalidad”.

El origen del té y la influencia Berton

Todo el té viene de un solo arbusto, el árbol de té, que técnicamente se llama Camellia sinensis. El mito de la creación de la bebida se remonta a más de 2000 años a. C., cuando al emperador de China Shen Nung le cayó una hoja en el agua que tenía en ebullición y le pareció que su sabor era refrescante.

Tiempo después, Japón lo adoptó casi como propio, generando una cultura y tradición que perdura. En Europa, entró por Portugal, no por el Reino Unido, como piensan muchos. Inglaterra recién lo aceptó tras el casamiento de Carlos II con la princesa portuguesa Catalina de Braganza.

Finalmente, en Argentina, ingresó naturalmente con las corrientes migratorias del Viejo Continente. Sin embargo, hoy en día es de los pocos países del mundo que pueden ostentar una figura como Inés Berton, ya que son pocas las narices especializadas y reconocidas como expertas en té a nivel internacional.

Empecé como perfumista y no me gustaba tanto estar adentro, la verdad, prefería el exterior. A los 21 años fui a vivir a Nueva York, empecé a trabajar en un museo que abajo tenía una casa de té adonde iba siempre y pronto comencé a darme cuenta de que lo que pedía yo, la gente lo repetía. Caí en la cuenta de que esa nariz podía utilizarla en otro rubro, cuenta Inés sobre su despertar en la materia.

Me especialicé en cosechas de altura. Buscamos la planta en zonas como Sri Lanka, al pie de los Himalayas. Entre Nepal, Sikkim y Bután también, un lugar llamado Darjeeling. La idea es que por la amplitud térmica la planta quede petisa y concentre la clorofila”, marca.

Componer un blend

“Muchas veces, la gente pide manzanilla o boldo, pero esas son infusiones o tisanas. Para que sea té, tiene que estar la hoja de camellia. Luego, se puede perfumar y darle gusto, pasando por distintos procesos”, explica Bertón.

De todos modos, la creadora de Tealosophy es partidaria de no complicarla demasiado: El té es la sofisticación de lo simple. Siempre le digo a mi equipo que no usemos palabras difíciles”. Siendo concreta en lo que se busca, menciona: Color, cuerpo y aroma, pero lo primero de un buen té es buscar las mejores cosechas, clima y tierra, igual que un enólogo en el vino. Un producto honesto se hace con ingredientes honestos”.

Los blends de tés de su marca integran desde frutos rojos de la Patagonia hasta especias de Birmania o rosas amarillas de Irán. “Hay que entender el mercado y la identidad de cada lugar para el que se diseña. Por ejemplo, trabajo para un lugar de Arizona donde solo toman té frío y pienso en ananá caramelizado, o en una línea de bienestar uso cúrcuma y equinaccia. Hago té para un equipo de la NBA también y debe ser más funcional”, cuenta, pero agrega luego entre risas: “Al final del día digo que mezclo yuyos”.

Amiga de la intuición

Como recomendación, Inés invita a dejarse llevar y no analizar tanto la decisión de un té: “Me encanta cuando vienen a la tienda y no saben nada, porque la intuición es lo mejor. Además, el té es armonía y empatía. Podés abrir una lata y te lleva a India aunque nunca hayas estado, o a una carpa en Marruecos”.

Tealosophy tiene bellas sucursales para disfrutar del té en todo su esplendor, ubicadas en los barrios de Belgrano, Palermo y Recoleta, pero también produce a nivel internacional desde Róterdam. Tengo la suerte de que soy parte de la vida cotidiana de un montón de gente en todo el mundo y disfruto cuando hacemos de lo cotidiano algo lindo, concluye Inés.

Secretos para un buen té

Hay secretos básicos y en Argentina es más fácil, porque la gente toma mate y sabe que el agua no debe hervirse, para no quemar las hebras y no perder el oxígeno. Una cucharada de té al ras por taza. Agua a 90° si es negro, 75° si es verde. Un minuto de infusión si es verde, 2 o 3 si es negro. Poca infusión para que esté en su perfecto estado”, clarifica Inés Berton. Y aporta un tip más: “Hay algunas cosas que hacen que el té salga más rico, por ejemplo, templar la tetera y la taza con agua caliente antes de llenarlas con el agua para el té. De esa forma, se mantiene por más tiempo en su temperatura ideal”.

Té por hora

Para la experta, la elección de un té según la hora del día es algo personal,pero igual comparte: A la mañana me gusta una cosecha de té negro, quizás un english breakfast o earl grey perfumado con bergamota o más cítrico. Después de almorzar, digestivo, puede ser manzanilla, lemongrass o jengibre. Y a la tardecita, té verde”.