Ferrari y su evolución constante en el tiempo

El 18 de febrero de 1898, en módena, Italia, Adalgisa Bisbini dio a luz a Enzo, su segundo hijo. Alfredo Ferrari, su esposo, creyó entonces que el negocio familiar, una pequeña empresa de estructuras metálicas, tenía un sucesor asegurado, aunque con el correr de los años el pequeño comenzó a expresar sus deseos de convertirse en periodista o cantante de ópera. Sin embargo, nada de todo eso estaría cerca de suceder, porque Enzo Ferrari se convertiría en el creador de la marca de autos más famosa de la historia.

El fundador de Ferrari inició su camino con los automóviles a la edad de veinte años, cuando, tras volver de la 1a Guerra Mundial, empezó a trabajar como probador de una pequeña empresa automovilística en Turín, que luego lo convirtió en piloto. Tras algunas carreras fallidas, Enzo condujo por primera vez un Alfa Romeo, marca que piloteó por veinte años y de la que llegó a ser director de la División de Carreras.

Sin lugar a dudas, había encontrado su lugar y algo se estaba gestando, ya que el 16 de noviembre de 1929 fundó en Módena la escudería que hasta el día de hoy lleva su nombre. Sin embargo, no fue hasta 1947, luego de mudar su empresa a Maranello y culminar su cooperación con Alfa Romeo, que apareció su primer vehículo. La Ferrari 125 S debutó en las manos de Franco Cortese y se impuso en la Mille Miglia de 1948 y en las 24 Horas de Le Mans de 1949, escribiendo el primer capítulo de una historia repleta de gloria.

Llegada de Ferrari a la Argentina

Fito Intorno es un reconocido carrocero de nuestro país y dueño de una empresa familiar que se encarga exclusivamente del mantenimiento y service general de la marca Ferrari. Desde su conocimiento sobre el tema, aporta un dato clave al ser consultado sobre la llegada del Cavallino Rampante a la Argentina.

“Ferrari llega a la Argentina a través de sus pilotos, ya que en 1951 el gran Froilán González obtiene la primera victoria de la escudería en Fórmula 1 al imponerse en Silverstone. Después, en 1956, Fangio se corona campeón y a partir de ahí el vínculo de Ferrari con la Argentina empieza a crecer y fortalecerse, llegando a su punto más alto cuando el mismo Froilán funda el Ferrari Club Argentino en 1999, explica con lujo de detalles Fito.

Estos primeros grandes hitos con el protagonismo de los pilotos argentinos fueron los principales detonantes de una sentida relación. Aunque, claro, tampoco fueron los únicos, ya que Carlos Reutemann fue el tercer compatriota en pilotear la marca entre 1976 y 1978 con cinco victorias, prolongando aún más esa cercanía.

Dinastía de Carroceros

La empresa que hoy dirige Fito es mucho más que un negocio familiar. Su abuelo Alfredo, carrocero reconocido de pilotos como Riganti, Blanco y Bozzola, fue quien inició el camino, y hoy Axel, su hijo, sigue los pasos de su dinastía. Su dedicación pasa exclusivamente por el servicio general a unidades de Ferrari y algunas otras marcas de lujo, lo que los convierte no solo en expertos, sino también en únicos en lo suyo.

Una pasión de excelencia

Además de estos factores históricos que aúnan a Ferrari con la Argentina, Fito reconoce también algunos rasgos culturales que considera importantes: “Creo que la pasión que existe en Argentina por la marca viene de los orígenes de muchos hijos y descendientes de italianos que, como buenos “tanos”, disfrutamos del arte y la mecánica combinados, interpreta con identificación.

“Lo que es seguro es que un Ferrari se diferencia de cualquier otro auto porque tiene la esencia de quienes lo fabrican, que lo hacen con absoluta pasión y excelencia”, agrega Fito convencido, dejando en claro que aquello también es algo que buscan y enorgullece a los amantes de este emblema de distinción, clase y perfección.

Ser y sentirse parte

Está claro que no cualquiera puede ser propietario de un Ferrari, y no solo por su valor, sino también por aquello que significa poseer una pieza única y distinguida dentro de este universo. En Argentina existe la tradición, aunque no son demasiados los autos que pueden encontrarse.

A propósito de esto, Fito comenta: “En la Argentina se encuentran casi trescientas unidades, entre las que se destacan modelos de la marca como F50, Enzo, 308, F355 Spider, para mí de las mas hermosas, F430, 458, California, F512 en varias versionas, Testarossa y 488, entre otras”.

Muchos de estos autos, claro, pertenecen a integrantes del mencionado Ferrari Club Argentino (FCA), único club oficial reconocido en nuestro país, que tiene como objetivo cuidar el prestigio, la marca y el debido uso de su nombre. Seguramente numerosos candidatos querrán pasar a ser parte de este selecto grupo, aunque, queda claro, la distinción y la excelencia no son para cualquiera.

Historia de un símbolo

En 1923, Enzo Ferrari conoció a la condesa Baracca, quien le permitió utilizar en sus coches el emblema que su hijo Franceso Baracca, héroe de la Primera Guerra Mundial, llevaba en su avión. A partir de allí, el Cavallino Rampante se volvió una marca registrada para la posteridad.