Deporte de reyes, apto para todo público

Caballos, extensos y verdes campos de juego, tacos, bocha y el objetivo del gol. El polo es una actividad muy particular, pero que lo tiene todo, no por algo es conocido como un deporte de reyes. Por esas mismas características, el acercamiento a ser parte del mundo del polo muchas veces puede parecer algo lejano o difícil. Sin embargo, puede resultar mucho más sencillo de lo que suena o se ve. 

De hecho, Juan Quintana, instructor con más de 10 años de experiencia, formado en Inglaterra y ahora creador de La Amistad Polo, comienza diciendo: “Mi tío, que nunca jugó, siempre decía que es un deporte en el cual le tenés que pegar a una pelota de 7 centímetros y medio, con un palo de metro y medio, arriba de una bestia de 500 kilos, que no siempre hace lo que vos querés, a 30 kilómetros por hora y con cuatro tipos que no quieren que vos le pegues. Si le pegás sos un crack”.

 

Pero claro, desde su visión profesional, esa concepción no termina siendo la realidad: “Es verdad que confluye todo, porque es equipo, caballo, coordinación, ojo y pelota, pero más allá de todo eso lo cierto es que cualquiera puede hacerlo, solo hacen falta las ganas, acercarse a un lugar que ofrezcan clases introductorias y ya está. Lo principal son las ganas de jugar”, afirma Juan. 

Clases introductorias

Los motivos que tiene el experimentado instructor para su afirmación tienen base en que desde La Amistad Polo ofrecen precisamente la oportunidad de una clase introductoria, en la que se repasan los aspectos principales del juego y se entra en contacto directo con todos los elementos que forman parte. 

“Tenemos el día introductorio de polo, que se divide en tres módulos”, adelanta Juan, que pasa a detallar: “Comenzamos con el taco de a pie, en un módulo de media hora en el que se usa un taco corto y permite aprender los cuatro golpes básicos, porque si bien hay una infinidad de golpes posibles, todos derivan de cuatro básicos que son: adelante derecho, adelante revés, atrás derecho y atrás revés”. 

En la continuidad del día introductorio llegan los caballos, porque no hay polo sin el componente equino. Sin embargo, hay algo más importante a destacar antes: “Lo primero que abordamos es el tema de la seguridad, ya que al trabajar con caballos cerca es importante entender cuáles son los riesgos y cómo manejarnos para evitar accidentes. Nos ponemos polainas, cascos y al arrimarnos al caballo debemos saber cómo subirnos de la forma correcta, es decir revisar la montura, que el freno esté bien colocado y agarrar las riendas desde el inicio para tener el control del animal”.

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Ahora sí, arriba del caballo, el módulo dos se explica mejor: “Con tacos largos se explican las bases para la equitación de polo. Piernas, riendas y cuerpo, los comandos básicos, saber cómo funcionan y cómo combinarlos para que el caballo entienda que queremos hacer. Además, buscamos hacer un galope corto para poder detener el caballo con las instrucciones dadas”.

No hay dos sin tres y entonces, en el tercer módulo, llega el taqueo a caballo: “Es una combinación de los otros dos. Hacemos algunos golpes, con medio swing, para que las personas puedan experimentar los golpes fáciles arriba del caballo”.

Y ahí no termina, porque el día continúa con un almuerzo y una tarde en grupo, en dónde se observa un partido de polo: “No lo vemos completo, pero al menos un rato sí, para que la gente pueda sacarse algunas dudas y vea lo que es el deporte. Luego, volvemos a la caballeriza para repetir el taqueo a caballo y cerrar el día haciendo un chukker, que no termina hasta que todos los participantes hayan hecho al menos un gol”, menciona Juan, haciendo énfasis en esa última parte en la que cada participante debe sentir lo que es convertir un gol. 

Un deporte en conexión con lo natural

“El polo es contacto con la naturaleza, espacios verdes, animales”, resalta Quintana sobre uno de los aspectos claves de la actividad. A eso, le agrega el valor pasional que puede alcanzar una persona cuando se suma clases y prácticas de polo: “Sé que es trillado pero realmente es más que un deporte, se convierte en un estilo de vida. Un partido de polo no arranca en la cancha, empieza mucho antes, con la agarrada de los caballos, la preparación, las prácticas, la relación con el petisero, manager y toda la gente que trabaja en la caballeriza”. 

Para cerrar, enaltece otra virtud que hace al ámbito del polo un lugar siempre especial: “Cuando estás en una cancha de polo, podés notar que todos los que están alrededor son exitosos en algo, pueden serlo en el polo o en otro rubro de su vida, pero son exitosos porque hay algo que les permite estar allí”.