Si uno buscara en el diccionario la palabra “resiliencia” inmediatamente debería aparecer la fotografía de María Inés Mato. De pequeña sufrió un accidente que le costó la amputación de una de sus piernas, pero eso no la detuvo nunca. En más de una década de carrera esta impresionante mujer cruzó el Canal de la Mancha, nadó en la Antártida y unió las Islas Malvinas con su natación de aguas abiertas frías.
Gracias al gran trabajo del equipo de Náutica de Puertos la Revista Lagunas pudo hablar con este ícono del deporte argentino y conocer más de su historia. Esperemos volver a tener a María Inés en nuestra comunidad ya que dijo que, “Puertos me parece ideal como un espacio de formación por la seguridad y contención que se le da a los nadadores. Un espacio así no se encuentra muy fácilmente”.
De chica jugabas al básquet ¿Cuándo empezó el amor por el agua?
En realidad de chica aprendí a nadar, luego volví a jugar al básquet, después volví a nadar y al final dejé todo porque comencé a estudiar. Más adelante apareció el tema de las aguas abiertas y ahí se armó todo un camino y una aventura que como objetivo principal tenía el Canal de la Mancha, que concreté en 1997. Siempre estuve con la intención de nadar en aguas frías y fui haciendo diferentes experiencias, cruces y travesías. Pude nadar en el Mar Báltico, el Estrecho de Gibraltar, la vuelta a Manhattan. Luego en el año 2000 nade en el Canal de Beagle y se me abrió la posibilidad del Glaciar Perito Moreno y empezó el camino para nadar en aguas más frías hasta llegar a la Antártida. Es un ciclo de 13 años de aguas abiertas cerrado con el cruce de Malvinas.
En su momento ¿Por qué dejaste el deporte?
Dejé porque tenía que estudiar y trabajar. Yo considero que si uno se propone un objetivo muy importante hay que dedicarse a pleno a ello y yo tenía otros objetivos profesionales. La vida se va bifurcando y hay que ir eligiendo. La idea es poder hacer un equilibrio entre las dos cosas y yo durante algún tiempo lo pude hacer, pude hacer todo lo que quería, no me queda nada pendiente.
¿Cuándo comenzó firmemente tu proyecto de natación en aguas abiertas?
Yo me cruce a fines del ‘92 con un ex nadador de aguas abiertas con la idea de nadar un poco, pero en Argentina. Pero él en ese momento me dijo “no, vos tenes que nadar el Canal de la Mancha” y yo le respondí que estaba loco. Pero igual eso que me dijo me quedo y cuando volví a nadar me di cuenta que lo podía lograr. En ese momento estudiaba la carrera de Letras en la UBA y lo pude complementar con la natación, pero el Canal me quedó pendiente. Tres años después me volví a cruzar con este amigo en Mar del Plata y empezamos con la preparación con la idea de poder cruzarlo en agosto de 1997. Después de eso no quería nadar más.
¿Planeabas dejar?
Sí, yo me quería retirar después del cruce, pero me había preparado mucho para el agua fría y bueno quedó esa cuestión pendiente. Empecé a complementar el entrenamiento con meditación para poder conectarme con la energía de lo que me rodeaba y hacer la experiencia más rica. Esto me hizo seguir hasta llegar a la Antártida.
¿Cómo se te ocurrió el cierre de tu carrera en las Islas Malvinas?
Yo pertenezco a esa generación que vivió la guerra, muchos conocidos y compañeros de colegio habían ido a la guerra. Para nosotros fue un golpe muy fuerte y el tema siempre movilizó. El tema además pasaba en que son dos islas, dos países en juego y un estrecho que los dividía, era algo muy simbólico.
¿Ese era tu sueño?
Ese era mi objetivo final, el cierre perfecto de toda la historia por tener esa potencia narrativa que poseen las islas. Estoy muy contenta por todo el aprendizaje. A lo largo de todo ese tiempo fue para mí algo deportivo y formativo. En la última etapa también fue algo científico por lo que hicimos con el Doctor Lentini para poder nadar en la Antártida.
¿Vos seguís nadando?
No, yo deje de nadar deportivamente. En algunos momentos nado para mí, pero bueno me equipe con un kayak inflable y cuando puedo acompañar a otros nadadores lo hago. Esto me permite verlos desde otra perspectiva y resignificar toda mi experiencia personal.
¿Alguna vez te dijeron “no vas a poder”?
En realidad yo siempre fui bastante autogestora, entonces fui encontrando mis aliados para ir haciendo las cosas. Siempre aparece gente que dice que no se puede, pero no porque yo no pueda simplemente no se puede. Es una cuestión de aprendizaje y de ir formando alianzas con la gente que se da cuenta de que en realidad si se puede lograr, con cuidado, acompañamiento y respeto. No es una actitud desafiante.
Contanos sobre tu accidente
A los cuatro años tuve un accidente de tránsito y como consecuencia tuve la amputación de la pierna por debajo de la rodilla. Era muy chica y a los dos meses ya estaba caminando con la ayuda de una prótesis. Nunca fue un obstáculo para el tema de la natación, para acompañar este proceso. Aquel que tiene la idea de que esto es un obstáculo, lo es, pero para saltarlo. Es una cuestión de cómo se para uno frente a la vida.