¿Qué es la atención?
La atención es un proceso cognitivo inobservable que se infiere a partir de conductas observables.
Existen muchos modelos teóricos que explican su definición y tipos. Sin embargo, todos ellos remiten a un sistema complejo de componentes que actúan entre sí y que permiten a la persona filtrar información relevante, sostener y manipular representaciones mentales y modular y monitorear las respuestas a los estímulos.
Desde el punto de vista de la neuropsicología cognitiva, la atención es un mecanismo de selección de señales. La actividad mental humana (la percepción, el reconocimiento, la intención, la acción) está precedida siempre por un esfuerzo neurocognitivo caracterizado por su direccionalidad y selectividad: la atención.
Las funciones atencionales contribuyen a la coherencia y la continuidad de un comportamiento orientado hacia un fin; por eso es que está en la base de todos los procesos cognitivos.
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Como dijimos antes existen variados modelos teóricos de atención. Sin embargo, nos centraremos en explicar los diferentes tipos de atención existentes según el modelo neuropsicológico (clínico).
Tipos de atención:
Según el modelo clínico, los tipos de atención existentes son los siguientes:
- Arousal: Es la capacidad de estar despierto y mantener la alerta. Implica la capacidad de seguir órdenes o estímulos. Se puede definir como una activación general del organismo.
- Atención focal: Habilidad para enfocar la atención en un estímulo visual, auditivo o táctil.
- Atención sostenida: Capacidad de mantener una respuesta conductual consistente en una actividad continua y repetitiva durante un período de tiempo prolongado.
- Atención selectiva: Capacidad para escoger la información relevante del entorno o el esquema de acción apropiado, inhibiendo la atención a unos estímulos mientras se atiende a otros.
- Atención alternante: Capacidad que permite cambiar el foco de atención entre tareas que implican requerimientos cognitivos diferentes, controlando qué información es procesada en cada momento.
- Atención dividida: Capacidad para atender a dos cosas al mismo tiempo, es decir, para distribuir simultáneamente los recursos atencionales en diferentes tareas.
¿Cómo saber si hay alguna alteración?
Respecto a las alteraciones, fallas o déficit, existen diferentes formas de expresarse. Puede ocurrir en adultos mayores que estén presenten alteraciones atencionales por presencia de deterioro cognitivo o demencia; puede ocurrir en alguna persona alguna alteración o falla atencional por lesión cerebral; o puede ocurrir en niños, adolescentes o adultos algún déficit atencional que esté explicado por algún trastorno del neurodesarrollo. En este caso puede que la atención se vea afectada directamente como en el caso del TDAH “Trastorno por déficit de atención”; que esté impactada por algún otro Trastorno; o que sea comórbido a él.
Signos a tener en cuenta:
- Dificultad para mantener la atención, por ejemplo: dificultad para prestar atención a tareas, mantener conversaciones o actividades prolongadas; distraerse fácilmente con estímulos externos; tener dificultades para mantener el foco en una tarea específica.
- Alta sensibilidad sensorial, por ejemplo: Observar mayor sensibilidad ante situaciones externas como sonidos, texturas o colores; sobreestimulación a lo sensorial; que estas cuestiones conlleven a la distracción, molestia o dificultad en sostener ciertas actividades.
- Impulsividad, por ejemplo: actuar impulsivamente sin considerar consecuencias; dificultad para controlar impulsos, interrumpir a otros en una conversación, tomar decisiones rápidas sin evaluar más opciones.
- Problemas de organización y planificación, por ejemplo: dificultad para organizar actividades, establecer metas, administrar el tiempo, seguir una rutina; planificar y priorizar tareas; procrastinar actividades.
- Olvidos frecuentes, por ejemplo: dificultad para recordar citas, fechas importantes, tareas pendientes o información relevante.
- Pérdida constante de objetos cotidianos, por ejemplo: útiles escolares.
- Problemas en la vida académica, por ejemplo: afectación en el rendimiento o el estudio; dificultad para completar tareas, seguir consignas o cumplir con plazos. Esto puede generar problemas en el ámbito académico, así como estrés, frustración y pérdida de autoestima.
¿Cuándo consultar?
Es muy importante tener en cuenta que un solo signo o varios no diagnostican automáticamente un trastorno o alteración. Hay que ser muy cuidadosos a la hora de sugerir, informar o comunicar. Por eso es importante que si uno tiene dudas, inquietudes o ve estos signos tenga la posibilidad de consultar con un especialista y poder realizar las evaluaciones pertinentes: Evaluación neuropsicológica, evaluación neurocognitiva, y seguimiento con especialistas.
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Las evaluaciones las realizan especialistas de la salud (psicólogos, psicopedagogos, pediatras del desarrollo) que estén certificados o diplomados en estas áreas y los diagnósticos los definen los neurólogos (o pediatras del desarrollo o psiquiatras infantojuveniles) a partir de los resultados obtenidos de las evaluaciones o estudios correspondientes.
Es por eso que para llegar a un diagnóstico se realiza un proceso minucioso y específico que permite detectar o despejar las sospechas planteadas.
Intervenciones generales
Las siguientes 4 intervenciones son generales y sirven tanto para el hogar, como para el colegio, o para una sesión terapeútica. Sin embargo, luego en otra nota, veremos intervenciones específicas que pueden variar según cada contexto o entorno.
- Modificar el entorno: El principio central es la disminución de estímulos extrínsecos a la tarea, que puedan distraer a la persona. Como por ejemplo: evitar ruidos externos, interrupciones, ubicar al niño de espaldas a la ventana, entre otros.
- Utilizar apoyos internos y/o externos: Se reiteran de manera verbal y escrita las consignas de trabajo (de la actividad o del pedido), se fomentan los comentarios en relación con la tarea que se esté realizando y se estimula el uso de autoinstrucciones a lo largo de la tarea para mantener la atención y el interés en ella.
- Estructurar las tareas: En este caso se simplifican las consignas para reducir la cantidad de información que va a ser procesada, se varían las tareas para mantener el interés y se gradúa su nivel de dificultad.
- Evitar la fatiga cognitiva: Se consigue introduciendo periodos de descanso entre las tareas y entrenado al niño para identificar signos de fatiga que condicionan el resultado de las tareas.
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A tener en cuenta
En el caso de que observes que alguno de estos signos afectan el rendimiento y productividad de las tareas diarias, tengas dudas o inquietudes no dudes en consultar con un especialista para ser escuchado y orientado.
Samanta B. Echevarría
Lic. en Psicopedagogía
Especializada en detección temprana de los trastornos del neurodesarrollo
Diplomada en Trastornos del aprendizaje
Diplomada en Inteligencia emocional
Certificada en ADIR-R/ADOS-2
Certificada en Disciplina Positiva - Member of Discipline Positive Association
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