Energía, empuje, voluntad y esfuerzo, son palabras que combinan muy bien con Dorys Pérez Mautone, vecina de las primeras del barrio Vistas. Cuando se le pregunta por su labor en el merendero "Luz Clarita" de Garín, y el comedor del Barrio Phillips de Escobar, se le enciende la voz y no puede parar de contar anécdotas sobre cómo la gente de Puertos la ayuda cada vez que hace falta algo, y cómo fue su niñez en Ismael Cortinas, un pueblo muy chiquito del interior de Uruguay.
“Soy una convencida de que la solidaridad se enseña desde niño. La aprendí desde pequeña.”, afirma Dorys. “Yo no tenía ropa, no tenía juguetes, no tenía nada. Pasé muchas privaciones y carencias, pero nunca me faltó un plato de comida”. Tiene un montón de historias, pero una que recuerda, y que le quedó grabada para siempre: “Yo era chica, mi mamá preparaba un guiso para mí y mis tres hermanas. De repente viene, agarra la olla, y se la lleva. Vuelve y se pone a cocinarnos papas fritas con huevos fritos. ¡Nosotras chochas porque, para los chicos, las papas fritas con huevo frito son un manjar!”, relata con ternura. Y continúa “Entonces le pregunté qué había pasado: le había llevado la comida a una familia que tenía 6 hijos, y estaban almorzando mate cocido porque no tenían para comer”. Con ese ejemplo se crió Dorys, y para hacerle honor a esa enseñanza, cada vez que puede su hija de 10 años, Stefy, la acompaña al merendero y al comedor.
Su lema es: “¿Qué hice hoy para ayudar a otro?". "Soy una convencida de que no da quien tiene, sino quien quiere… No es solidario quien tiene plata, o quien puede, sino quien quiere. Siempre vas a encontrar a alguien para ayudar y para hacerle la vida un poquito mejor”, afirma con certeza. Por eso es que también se siente un poco “bombero”: “Cada vez que sé que alguien necesita algo, salgo corriendo. Siempre estoy viendo a quién puedo ayudar” y, aunque lo dice con total humildad, es imposible no sentir admiración por su espíritu altruista.
Dorys trabaja en forma independiente brindando servicios a empresas en el área de capacitación en cosmética, con especialización en dermatología, cosmética y comercialización en farmacias, por su formación en esa industria. Se autodefine “hiperquinética”, por eso no tiene problema en conciliar su vida profesional con la de ser madrina del merendero “Luz Clarita” en el barrio “Cri Cri”, y colaboradora del comedor del “Barrio Phillips”. Al merendero asistían unos 60 niños, de todas las edades, incluyendo a sus papás, mamás y abuelos.
Actualmente, por la pandemia, no puede recibir a los chicos así que Nora Soria, la fundadora, se maneja convocando a toda esa gente por Whatsapp, para distribuir las donaciones que recibe. En el caso del comedor, los chicos de una iglesia cocinan y les dan de comer en una plaza a la gente del barrio que se formó al costado de las vías del tren. Son muchas personas, y cada vez llegan más, empujadas por la crítica situación que viven.
“En el merendero comencé hace 3 años”, relata Pérez Mautone. “Estaba colaborando con un comedor que está en Vicente López. Empecé a buscar alguno de la zona y un amigo me presento a Nora”. Y continúa: “Cuando la conocí quedé fascinada con su energía y su empuje. Ella me comentó que su sueño era hacer el espacio cerrado, porque los chicos meriendan al aire libre en la galería de su casa. Así que me sumé a su causa. Hicimos un evento para recaudar dinero y recibimos donaciones de vecinos para comprar materiales. Estamos con la obra por la mitad, tratando de terminarla”.
“La primera vez que estuve en contacto con los chicos me enamoré de ellos, y cuando hacíamos eventos la felicidad más grande era verlos irse felices y con las manos llenas de juguetes y golosinas”. La gran ilusión de Dorys es que pase esta pandemia para poder retomar todas esas actividades que les llenaban el corazón a todos, no solo a los más pequeños.
“Siempre colaboré con merenderos, pero desde que vivo en Puertos, con la ayuda de la redes y los grupos de Whatsapp es increíble todo lo que he logrado” dice con felicidad. “Con mi marido llevamos camionetas llenas de ropa, juguetes, alimentos, muebles, etc. Los vecinos me agradecen que les pueda dar la posibilidad de ayudar y yo les agradezco a ellos, porque si no fuera por su solidaridad, no podría hacer todo lo que hago. Cada vez es más la gente que se suma y yo solo tengo palabras de agradecimiento”.
Vive en Puertos desde el 2017. “Compramos el lote en el 2013 cuando todo era tierra. Amo vivir al lado del agua, y en contacto con la naturaleza. En Puertos encontramos la seguridad que buscábamos y nos encanta que sea un barrio sustentable. Además los vecinos son gente maravillosa. Están al pié del cañón cada vez que pido algo para el comedor o el merendero”.
Y tiene un sueño que espera poder concretar: una vez que terminen la obra del merendero "Luz Clarita" además del apoyo escolar que brindan para los nenes y los talleres, le gustaría dar capacitaciones para que las mamás de esos chicos logren una salida laboral, que aprendan algún oficio que les brinde independencia. Y recuerda esa frase tan conocida, que su papá repetía: "El trabajo dignifica".
Como Puertos está creciendo a pasos agigantados, y se mudan nuevas familias constantemente, la intención de Dorys es que conozcan esta historia para que sean muchos más los que colaboren. Y termina con estas palabras: “La madre Teresa de Calcuta decía: 'Muchas veces basta una palabra, una mirada, para llenar el corazón de un niño. No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con gran amor'”.