Entre ellas, contar con un jardín que evoque el ánimo de las vacaciones, que se convierta en el escenario para el relax, esparcimiento, desconexión, ámbito de encuentro con la naturaleza y personas queridas. En otras palabras, que funcione como un oasis: un lugar confortable, vital que nos rescate del trajín diario.

Como profesional, considero que logramos potenciar ese placer cuando diseñamos los exteriores respondiendo cabalmente a las necesidades de uso de sus habitantes, así como cuando están alineados con sus preferencias estéticas y, de esa manera, el espacio jardín los identifica y representa.

Resulta fundamental combinar estos elementos personales con el entorno en donde el jardín se implanta. Natural o creado x el hombre, el entorno nos ofrece información: los factores climáticos resultan mandatorios, así como la topografía y el tipo de suelo. Todos ellos determinan la vegetación adecuada a ese contexto.

Cuanto más abierto el entorno, tanto más enriquecedor. En los lotes lindantes a un lago o a espacios verdes comunes, estamos en situación de expandir el perímetro, desdibujando o hasta desapareciendo sus límites. Replicar formas geométricas existentes en estos espacios mayores, traer al jardín ritmos, proporciones y hasta especies vegetales, son algunos mecanismos con los que logramos que ambos convivan en armonía, se integren y potencien.

Más intensa es la experiencia que logramos con el jardín, cuando está pensado para disfrutarse con la mayoría de los sentidos: colores, texturas de follaje, claro-oscuros para admirar con la vista, flores fragantes para inundarnos con su perfume, saborear frutos y hortalizas de nuestra propia cosecha y deleitarnos con el canto de pájaros entonando una partitura natural.

Esa presencia de aves propias de la región sucederá si logramos crear un ambiente que las convoque. La incorporación de determinadas especies vegetales nativas les brindará tanto alimento como refugio. Una decisión de este tipo colabora a la generación de corredores biológicos, con el consecuente aporte ecológico. Al mismo tiempo, reducirá los esfuerzos que debamos hacer para la instalación y sanidad de estas plantas, así como los requerimientos de agua.

En síntesis: disfrute, belleza y ecología pueden complementarse en un jardín bien diseñado.

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Lucila Bustos, arq.
Oda al Verde, paisajismo
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