Todos los días veía la manera de hacer cosas que me hicieran sentir bien. Cada tanto, me entraban ataques de depresión y me era muy difícil salir de ahí, solo hasta tocar fondo, se me pasaba. Esa situación sucedía bastante seguido y para que no fuera tan intenso, llevaba mi vida lo más saludable que podía. Aún así, sentía que algo me estaba faltando.

Mi concepto de espiritualidad se ligaba en su totalidad a la religión. Desde muy pequeña siempre pensé que eso era lo que estaba mal en mi. Investigué un poco de cada religión en el colegio y a pesar de ver que algunas cosas me llamaban mucho la atención, lo veía tan ajeno e imposible de aplicar a mi vida, así que preferí seguir como estaba.

Después de un tiempo, por las causalidades de la vida terminé sentada en una charla de Bill Herman, instructor avanzado de El Arte de Vivir. Hablaba de los mecanismos de la mente y el estado de energía y cómo eso influía en tu calidad de vida. Yo nunca había escuchado un conocimiento tan simple y práctico. No podía creer lo que estaba escuchando, cada palabra que decía la anotaba en mi bitácora con mucho asombro. En pocas palabras, Bill me estaba dando la solución a todos mis problemas.

A los 3 días estaba sentada tomando mi primer curso de El Arte de Vivir, sin saber mucho de qué trataba. Fue en ese curso donde tuve por primera vez la experiencia de meditar y tener mi mente completamente en blanco. Una sensación que es difícil de explicar con palabras pero ahí estaba yo, sentada con los ojos cerrados simplemente ahí, en el momento presente. Sintiendo mucha paz, mucha alegría por dentro. En ese momento sentí que había encontrado lo que estaba buscando.

Hace un tiempo pude entender que lo que buscaba era ser feliz. De pequeños no nos enseñan a mirar hacia dentro, y en mi caso, me enseñaron que la felicidad estaba depositada en que tan exitoso eres en la vida con la carrera que elegiste, la familia que formaste, los logros que obtuviste. Pero la verdad es que la felicidad no está afuera, está adentro, solo es cuestión de cerrar los ojos y observar.

Las técnicas de respiración y la meditación son el camino más fácil para llegar a ese estado puro y pleno que hay dentro nuestro. Al pasar los años, por las diferentes situaciones que hemos tenido que afrontar, nos llenamos de estrés, ansiedad y miedos que no son nuestros. Similar a cuando hay una plaza sucia, la plaza en sí no es sucia, simplemente hay que limpiarla para que vuelva a su normalidad. De igual manera, todas esas emociones negativas que venimos cargando, no son nuestras, solo es cuestión de tener las herramientas correctas para poder limpiarnos por dentro. Luego de la limpieza es muy evidente ver que adentro en el fondo solo hay amor y verdadera felicidad.

La vida sigue, los problemas siguen viniendo, pero tener herramientas para poder atravesar cualquier situación con fuerza y tranquilidad, es realmente increíble y único. Empezar a vivir la vida como una expresión de felicidad y no como una búsqueda de ella. Tener la mente clara y vivir de una manera más ligera. Sentirte conectado/a con todos y más importante aún, contigo mismo/a, eso es ser espiritual, eso es llegar a casa, estar en tu esencia más pura y natural. Así que si algo de esto te resuena en la cabeza, no dudes y simplemente ve a experimentarlo por ti mismo/a.

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Ana Botero
Instructora de Yoga y Meditación de El Arte de Vivir
Cantautora Colombiana
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