No hace falta dejarlo todo para el último momento, ni deberías acumular las tareas del hogar. Si lo haces, luego se te hará un mundo intentar dejar todo impecable.

No alcanzamos a imaginar las consecuencias que trae convivir con el desorden, por lo cual crear un hogar agradable puede aliviarte gran parte del malestar emocional, mejorará tu estado de ánimo, subirá tu autoestima, y podrás dedicar tu tiempo a las tareas que tú elijas.  

Mantener la casa ordenada y limpia a veces puede complicarse, sobre todo si tienes hijos pequeños o si estás muy ocupada. En cuanto nos descuidamos vuelven a haber brotes de desorden por algún lado de la casa.

Cuando hay desorden, se nos andan perdiendo las cosas, nos damos cuenta de que no tenemos ropa limpia hasta que ya tenemos que ir saliendo de la casa, llegamos tarde a nuestros compromisos,  y ni se diga cuando alguien viene a visitar de improviso! Todos estos obstáculos se nos van acumulando, y es por eso que a veces nos sentimos como una olla de presión a punto de estallar.

Presta atencion a estos trucos para evitar que esto suceda!!

Tira lo que no necesites

Para tener la casa ordenada es necesario tirar todo aquello que no necesitas porque seguro que tu espacio es limitado. Haz “limpieza” regularmente. De igual forma que aprovechas una mudanza para deshacerte de trastos y cachivaches, el cambio de armario o la limpieza de primavera, etc., son buenos momentos para tirar todo aquello que ya no necesitas. 

Regla número 1: “si algo entra, algo sale”.

Es como todo, si dejamos que se acumulen cosas que ya no usamos o que nunca les dimos uso, esta bien dejarlas ir para que la energia se renueve, recuerda que es bueno dejar que fluya la energia en todo sentido y esto es una de las maneras de hacerlo, te sentiras liberada.

Un truco: La caja un año: mete en una caja todos aquellos objetos que tienes duda de qué hacer con ellos. Sella esta caja y guárdala durante un año.  si durante ese año no has tenido que abrir la caja, tírala sin abrirla. Seguramente no recordarás lo que hay en ella.

No busques sistemas complicados

 

Pontelo fácil, Si, por ejemplo, decides guardar las facturas en un archivador, ordénalas por años, establecer un sistema de colores para diferenciar las distintas áreas, adjuntar a cada una el recibo del banco... lo harás demasiado complicado e innecesario, te tomara mucho tiempo y terminara desmotivandote para continuar. Aplica el poder de lo simple.

Aprovecha el espacio 

No importa el tamaño de tu armario, siempre le puedes sacar más partido si lo organizas por espacios. Aprovecha la parte de arriba para poner cajas de zapatos, valijas o ropa de invierno. Añade una cajonera para poner camisetas, pijamas y ropa interior y utiliza algunas baldas para poner los zapatos que uses más. ¡Verás como tu armario cambia completamente!

Etiqueta las cajas

Si vas a utilizar cajas para almacenar cosas, a menudo se recomienda etiquetar las cajas para saber qué es lo que hay en su interior sin tener que abrirlas y cerrarlas para averiguarlo. Hazlo solo si vas a utilizar esas cajas. Escribe en letra grande para verlo bien y, sobre todo, no te compres una máquina específica para hacerlas: aumentarías innecesariamente los trastos que tienes. 

No dejes que el desorden se extienda por toda la casa

Podríamos decir que la máxima es “el desorden atrae más desorden”. Esto quiere decir que si, por ejemplo, en tu habitación hay cosas tiradas en el suelo y otras en los lugares incorrectos, casi como por arte de magia esto se “contagiará” a otros ambientes.

La mente funciona de una manera muy extraña. En lugar de ponerse en acción para intentar tener la casa ordenada, pensará: “Ya que allí está desacomodado… pues aquí también”.

Por el contrario si en un sector de la casa todo está en su sitio, la mente querrá repetirlo en otros rincones. Pruébalo y verás.

La regla de un solo toque

De todas, esta es la regla más difícil de integrar a nuestro día a día pero, sin duda, es la más efectiva. Consiste en tocar solo una vez las cosas y no dejarlas hasta que estén en su sitio, como si tuvieran un pegamento que te impide soltarlas hasta que no te has hecho cargo de ellas. Por ejemplo, recoges la correspondencia y, en lugar de dejarla en la mesa de la entrada, archivas lo importante y reciclas lo que no interesa.

Nada de abandonar la ropa cada noche en una silla y encargarte de ella por la mañana: la sacudes, doblas y guardas en el armario nada más quitártela. ¿Esa taza en la que acabas de tomarte? Exacto: la lavas, secas y guardas en el armario en vez de soltarla en el fregadero.